35
Y no digas: “¡Por la tierra!”, porque la tierra es donde descansa sus pies. Tampoco digas: “¡Por Jerusalén!”, porque Jerusalén es la ciudad del gran Rey.
36
Ni siquiera digas: “¡Por mi cabeza!”, porque no puedes hacer que ninguno de tus cabellos se vuelva blanco o negro.
37
Simplemente di: “Sí, lo haré” o “No, no lo haré”. Cualquier otra cosa proviene del maligno.
38
Enseñanza acerca de la venganza
39
Pero yo digo: no resistas a la persona mala. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra mejilla.
40
Si te demandan ante el tribunal y te quitan la camisa, dales también tu abrigo.
41
Si un soldado te exige que lleves su equipo por un kilómetro,
llévalo dos.
42
Dale a los que te pidan y no des la espalda a quienes te pidan prestado.
43
Enseñanza acerca de amar a los enemigos
44
Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos!
¡Ora por los que te persiguen!
45
De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual.
46
Si solo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo.
47
Si eres amable solo con tus amigos,
¿en qué te diferencias de cualquier otro? Hasta los paganos hacen lo mismo.
48
Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto.