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Parábola de la gran fiesta
Jesús también les contó otras parábolas. Dijo:
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«El reino del cielo también puede ilustrarse mediante la historia de un rey que preparó una gran fiesta de bodas para su hijo.
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Cuando el banquete estuvo listo, el rey envió a sus sirvientes para llamar a los invitados. ¡Pero todos se negaron a asistir!
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»Entonces envió a otros sirvientes a decirles: “La fiesta está preparada. Se han matado los toros y las reses engordadas, y todo está listo. ¡Vengan al banquete!”.
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Pero las personas a quienes había invitado no hicieron caso y siguieron su camino: uno se fue a su granja y otro a su negocio.
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Otros agarraron a los mensajeros, los insultaron y los mataron.
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»El rey se puso furioso, y envió a su ejército para destruir a los asesinos y quemar su ciudad.
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Y les dijo a los sirvientes: “La fiesta de bodas está lista y las personas a las que invité no son dignas de tal honor.
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Ahora salgan a las esquinas de las calles e inviten a todos los que vean”.
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Entonces los sirvientes llevaron a todos los que pudieron encontrar, tanto buenos como malos, y la sala del banquete se llenó de invitados.
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»Cuando el rey entró para recibir a los invitados, notó que había un hombre que no estaba vestido apropiadamente para una boda.
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“Amigo —le preguntó—, ¿cómo es que estás aquí sin ropa de bodas?”. Pero el hombre no tuvo respuesta.
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Entonces el rey dijo a sus asistentes: “Átenlo de pies y manos y arrójenlo a la oscuridad de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes”.
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»Pues muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».
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Los impuestos para el César
Entonces los fariseos se juntaron para tramar cómo hacer que Jesús cayera en la trampa de decir algo por lo cual pudiera ser arrestado.
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Enviaron a algunos de sus discípulos, junto con los partidarios de Herodes, a buscarlo.
—Maestro —dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Enseñas con verdad el camino de Dios. Eres imparcial y no tienes favoritismos.
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Ahora bien, dinos qué piensas de lo siguiente: ¿Es correcto que paguemos impuestos al César o no?
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Pero Jesús conocía sus malas intenciones.
—dijo—.
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Cuando le entregaron una moneda romana,
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les preguntó:
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—Al César —contestaron.
—dijo—,
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Su respuesta los dejó asombrados, y se marcharon.
23
Discusión acerca de la resurrección
Ese mismo día, se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección después de la muerte. Le plantearon la siguiente pregunta:
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—Maestro, Moisés dijo: “Si un hombre muere sin haber tenido hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe”
.
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Ahora bien, supongamos que había siete hermanos. El mayor se casó y murió sin dejar hijos, entonces su hermano se casó con la viuda.
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El segundo hermano también murió, y el tercero se casó con ella. Lo mismo sucedió con los siete.
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Por último, la mujer también murió.
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Entonces dinos, ¿de quién será esposa en la resurrección? Pues los siete estuvieron casados con ella.
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Jesús contestó:
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Pues cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se entregarán en matrimonio. En este sentido, serán como los ángeles del cielo.
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»Ahora bien, en cuanto a si habrá una resurrección de los muertos, ¿nunca han leído acerca de esto en las Escrituras? Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieran, Dios dijo:
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“Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”
. Por lo tanto, él es Dios de los que están vivos, no de los muertos.
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Cuando las multitudes lo escucharon, quedaron atónitas ante su enseñanza.
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El mandamiento más importante
En cuanto los fariseos oyeron que había silenciado a los saduceos con esa respuesta, se juntaron para interrogarlo nuevamente.
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Uno de ellos, experto en la ley religiosa, intentó tenderle una trampa con la siguiente pregunta:
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—Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante en la ley de Moisés?
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Jesús contestó: