20
Y viendo esto los discípulos, maravillados decían: ¡Cómo se secó luego la higuera
21
Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto a la higuera; mas si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho
22
Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis
23
Y como vino al Templo, se acercaron a él cuando estaba enseñando, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo, diciendo: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te dio esta autoridad
24
Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os preguntaré una palabra, la cual si me dijereis, también yo os diré con qué autoridad hago esto
25
El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creisteis
26
Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta
27
Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto
28
Pero, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña
29
Y respondiendo él, dijo: No quiero; mas después, arrepentido, fue
30
Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Yo voy señor. Y no fue
31
¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: El primero. Les dijo Jesús: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al Reino de Dios
32
Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia (rectitud), y no le creisteis; y los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, nunca os arrepentisteis después para creerle
33
Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña; y la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar, y edificó una torre, y la dio a renta a labradores, y se fue lejos
34
Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibieran sus frutos
35
Mas los labradores, tomando a los siervos, al uno hirieron, y al otro mataron, y al otro apedrearon
36
Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera
37
Y a la postre les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo
38
Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y tomemos su heredad
39
Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron
40
Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores