3
De repente, aparecieron Moisés y Elías y comenzaron a conversar con Jesús.
4
Pedro exclamó: «Señor, ¡es maravilloso que estemos aquí! Si deseas, haré tres enramadas como recordatorios:
una para ti, una para Moisés y la otra para Elías».
5
No había terminado de hablar cuando una nube brillante los cubrió, y desde la nube una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Escúchenlo a él».
6
Los discípulos estaban aterrados y cayeron rostro en tierra.
7
Entonces Jesús se les acercó y los tocó.
—les dijo—,
8
Cuando levantaron la vista, Moisés y Elías habían desaparecido, y vieron sólo a Jesús.
9
Mientras descendían de la montaña, Jesús les ordenó:
10
Luego sus discípulos le preguntaron:
—¿Por qué los maestros de la ley religiosa insisten en que Elías debe regresar antes de que venga el Mesías?
11
Jesús contestó:
12
Pero les digo, Elías ya vino, pero no fue reconocido y ellos prefirieron maltratarlo. De la misma manera, también harán sufrir al Hijo del Hombre.
13
Entonces los discípulos se dieron cuenta de que hablaba de Juan el Bautista.