2
Él respondió:
3
si el cielo está rojo por la mañana, habrá mal clima todo el día”. Saben interpretar las señales del clima en los cielos, pero no saben interpretar las señales de los tiempos.
4
Luego Jesús los dejó y se fue.
5
La levadura de los fariseos y de los saduceos
Más tarde, cuando ya habían cruzado al otro lado del lago, los discípulos descubrieron que se habían olvidado de llevar pan.
6
—les advirtió Jesús—.
7
Al oír esto, comenzaron a discutir entre sí pues no habían traído nada de pan.
8
Jesús supo lo que hablaban, así que les dijo:
9
¿Todavía no entienden? ¿No recuerdan los cinco mil que alimenté con cinco panes y las canastas con sobras que recogieron?
10
¿Ni los cuatro mil que alimenté con siete panes ni las grandes canastas con sobras que recogieron?
11
¿Por qué no pueden entender que no hablo de pan? Una vez más les digo: “Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y de los saduceos”».
12
Entonces, al fin, comprendieron que no les hablaba de la levadura del pan, sino de las enseñanzas engañosas de los fariseos y de los saduceos.
13
Declaración de Pedro acerca de Jesús
Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, les preguntó a sus discípulos:
14
—Bueno —contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen Jeremías o algún otro profeta.
15
Entonces les preguntó:
16
Simón Pedro contestó:
—Tú eres el Mesías,
el Hijo del Dios viviente.
17
Jesús respondió:
18
Ahora te digo que tú eres Pedro (que quiere decir “roca”),
y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte
no la conquistará.
19
Y te daré las llaves del reino del cielo. Todo lo que prohíbas
en la tierra será prohibido en el cielo, y todo lo que permitas
en la tierra será permitido en el cielo.
20
Luego advirtió severamente a los discípulos que no le contaran a nadie que él era el Mesías.
21
Jesús predice su muerte
A partir de entonces, Jesús
empezó a decir claramente a sus discípulos que era necesario que fuera a Jerusalén, y que sufriría muchas cosas terribles a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los maestros de la ley religiosa. Lo matarían, pero al tercer día resucitaría.
22
Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo
por decir semejantes cosas.
—¡Dios nos libre, Señor! —dijo—. Eso jamás te sucederá a ti.