8
Presionada por su madre, la joven dijo: «Quiero en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
9
Entonces el rey se arrepintió de lo que había dicho; pero debido al juramento que había hecho delante de sus invitados, dio las órdenes necesarias.
10
Así fue que decapitaron a Juan en la prisión,
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trajeron su cabeza en una bandeja y se la dieron a la joven, quien se la llevó a su madre.
12
Después, los discípulos de Juan llegaron a buscar su cuerpo y lo enterraron. Luego fueron a contarle a Jesús lo que había sucedido.
13
Jesús alimenta a cinco mil
En cuanto Jesús escuchó la noticia, salió en una barca a un lugar alejado para estar a solas; pero las multitudes oyeron hacia dónde se dirigía y lo siguieron a pie desde muchas ciudades.
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Cuando Jesús bajó de la barca, vio a la gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los enfermos.
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Esa tarde, los discípulos se le acercaron y le dijeron:
—Este es un lugar alejado y ya se está haciendo tarde. Despide a las multitudes para que puedan ir a las aldeas a comprarse comida.
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Jesús les dijo:
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—¡Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados! —le respondieron.
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—dijo Jesús.
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Luego le dijo a la gente que se sentara sobre la hierba. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Después partió los panes en trozos y se los dio a sus discípulos, quienes los distribuyeron entre la gente.
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Todos comieron cuanto quisieron, y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró.
21
Aquel día, ¡unos cinco mil hombres se alimentaron, además de las mujeres y los niños!
22
Jesús camina sobre el agua
Inmediatamente después, Jesús insistió en que los discípulos regresaran a la barca y cruzaran al otro lado del lago mientras él enviaba a la gente a casa.
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Después de despedir a la gente, subió a las colinas para orar a solas. Mientras estaba allí solo, cayó la noche.
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Mientras tanto, los discípulos se encontraban en problemas lejos de tierra firme, ya que se había levantado un fuerte viento y luchaban contra grandes olas.
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A eso de las tres de la madrugada,
Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua.
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Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma!».
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Pero Jesús les habló de inmediato:
—dijo—.
28
Entonces Pedro lo llamó:
—Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua.
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—dijo Jesús.
Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús,
30
pero cuando vio el fuerte
viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse.
—¡Sálvame, Señor! —gritó.
31
De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró.
—le dijo Jesús—.
32
Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo.
33
Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron.
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Después de cruzar el lago, arribaron a Genesaret.
35
Cuando la gente reconoció a Jesús, la noticia de su llegada corrió rápidamente por toda la región, y pronto la gente llevó a todos los enfermos para que fueran sanados.
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Le suplicaban que permitiera a los enfermos tocar al menos el fleco de su túnica, y todos los que tocaban a Jesús eran sanados.