22
En seguida Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado mientras él despedía a la multitud.
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Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar a solas. Al anochecer, estaba allí él solo,
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y la barca ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas, porque el viento le era contrario.
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En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago.
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Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados.—¡Es un fantasma! —gritaron de miedo.
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Pero Jesús les dijo en seguida:—¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.
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—Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua.
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—Ven —dijo Jesús.Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús.
30
Pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó:—¡Señor, sálvame!
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En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió:—¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32
Cuando subieron a la barca, se calmó el viento.
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Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo:—Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.
34
Después de cruzar el lago, desembarcaron en Genesaret.
35
Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y divulgaron la noticia por todos los alrededores. Le llevaban todos los enfermos,
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suplicándole que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos.