10
Y he aquí había allí uno que tenía una mano seca: y le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado? por acusarle.
11
Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante?
12
Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, lícito es en los sábados hacer bien.
13
Entonces dijo á aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y fué restituída sana como la otra.
14
Y salidos los Fariseos, consultaron contra él para destruirle.
15
Mas sabiendo lo Jesús, se apartó de allí: y le siguieron muchas gentes, y sanaba á todos.
16
Y él les encargaba eficazmente que no le descubriesen:
17
Para que se cumpliese lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que dijo:
18
He aquí mi siervo, al cual he escogido; Mi Amado, en el cual se agrada mi alma: Pondré mi Espíritu sobre él Y á los Gentiles anunciará juicio.
19
No contenderá, ni voceará: Ni nadie oirá en las calles su voz.
20
La caña cascada no quebrará, Y el pábilo que humea no apagará, Hasta que saque á victoria el juicio.