8
De pronto, cuando miraban ellos a su alrededor, Moisés y Elías se habían ido, y vieron sólo a Jesús con ellos.
9
Mientras descendían de la montaña, él les dijo que no le contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del Hombre
se levantara de los muertos.
10
Así que guardaron el secreto, pero a menudo se preguntaban qué quería decir con «levantarse de los muertos».
11
Entonces le preguntaron:
—¿Por qué los maestros de la ley religiosa insisten en que Elías debe regresar antes de que venga el Mesías?
12
Jesús contestó:
13
Pero les digo, Elías ya vino, y ellos prefirieron maltratarlo, tal como lo predijeron las Escrituras.
14
Jesús sana a un muchacho endemoniado
Cuando regresaron adonde estaban los demás discípulos, vieron que los rodeaba una gran multitud y que algunos maestros de la ley religiosa discutían con ellos.
15
Cuando la multitud vio a Jesús, todos se llenaron de asombro y corrieron a saludarlo.
16
—preguntó Jesús.
17
Un hombre de la multitud tomó la palabra y dijo:
—Maestro, traje a mi hijo para que lo sanaras. Está poseído por un espíritu maligno que no le permite hablar.
18
Y, siempre que este espíritu se apodera de él, lo tira violentamente al suelo y él echa espuma por la boca, rechina los dientes y se pone rígido.
Así que les pedí a tus discípulos que echaran fuera al espíritu maligno, pero no pudieron hacerlo.