27
Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes si primero no lo ata; entonces podrá saquear su casa.
28
En verdad os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias con que blasfemen,
29
pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno.
30
Porque decían: Tiene un espíritu inmundo.
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Entonces llegaron<***> su madre y sus hermanos, y quedándose afuera, le mandaron llamar.
32
Y había una multitud sentada alrededor de El, y le dijeron<***>: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan.
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Respondiéndoles El, dijo<***>: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
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Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor, dijo<***>: He aquí mi madre y mis hermanos.
35
Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.