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Jesús sana a un paralítico
Cuando Jesús regresó a Capernaúm varios días después, enseguida corrió la voz de que había vuelto a casa.
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Pronto la casa donde se hospedaba estaba tan llena de visitas que no había lugar ni siquiera frente a la puerta. Mientras él les predicaba la palabra de Dios,
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llegaron cuatro hombres cargando a un paralítico en una camilla.
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Como no podían llevarlo hasta Jesús debido a la multitud, abrieron un agujero en el techo, encima de donde estaba Jesús. Luego bajaron al hombre en la camilla, justo delante de Jesús.
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Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico:
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Algunos de los maestros de la ley religiosa que estaban allí sentados pensaron:
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«¿Qué es lo que dice? ¡Es una blasfemia! ¡Solo Dios puede perdonar pecados!».
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En ese mismo instante, Jesús supo lo que pensaban, así que les preguntó:
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¿Qué es más fácil decirle al paralítico: “Tus pecados son perdonados” o “Ponte de pie, toma tu camilla y camina”?
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Entonces Jesús miró al paralítico y dijo:
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«¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!».
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Y el hombre se levantó de un salto, tomó su camilla y salió caminando entre los espectadores, que habían quedado atónitos. Todos estaban asombrados y alababan a Dios, exclamando: «¡Jamás hemos visto algo así!».
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Jesús llama a Leví (Mateo)
Entonces Jesús salió de nuevo a la orilla del lago y enseñó a las multitudes que se acercaban a él.
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Mientras caminaba, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en su cabina de cobrador de impuestos.
le dijo Jesús. Entonces Leví se levantó y lo siguió.
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Más tarde, Leví invitó a Jesús y a sus discípulos a una cena en su casa, junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama. (Había mucha de esa clase de gente entre los seguidores de Jesús).