8
Las mujeres, desconcertadas, huyeron temblando de la tumba y no dijeron nada a nadie porque estaban muy asustadas.
9
Después de que Jesús resucitó el domingo por la mañana temprano, la primera persona que lo vio fue María Magdalena, la mujer de quien él había expulsado siete demonios.
10
Ella fue a ver a los discípulos, quienes estaban lamentándose y llorando, y les dijo lo que había sucedido.
11
Sin embargo, cuando les dijo que Jesús estaba vivo y que lo había visto, ellos no le creyeron.
12
Tiempo después, Jesús se apareció en otra forma a dos de sus seguidores que iban caminando desde Jerusalén hacia el campo.
13
Ellos regresaron corriendo para contárselo a los demás, pero ninguno les creyó.
14
Incluso más tarde, se apareció a los once discípulos mientras comían juntos. Los reprendió por su obstinada incredulidad, porque se habían negado a creer a los que lo habían visto después de que resucitó.
15
Entonces les dijo:
16
El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que se niegue a creer, será condenado.
17
Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán nuevos idiomas.
18
Podrán tomar serpientes en las manos sin que nada les pase y, si beben algo venenoso, no les hará daño. Pondrán sus manos sobre los enfermos, y ellos sanarán».
19
Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con ellos, fue levantado al cielo y se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios.
20
Y los discípulos fueron por todas partes y predicaron, y el Señor actuaba por medio de ellos confirmando con muchas señales milagrosas lo que decían.