34
Les dijo:
35
Se adelantó un poco más y cayó en tierra. Pidió en oración que, si fuera posible, pasara de él la horrible hora que le esperaba.
36
—clamó—,
37
Luego volvió y encontró a los discípulos dormidos. Le dijo a Pedro:
38
Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
39
Entonces Jesús los dejó otra vez e hizo la misma oración que antes.
40
Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos. Y no sabían qué decir.
41
Cuando volvió a ellos por tercera vez, les dijo:
42
Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!».
43
Traicionan y arrestan a Jesús
En ese mismo instante, mientras Jesús todavía hablaba, llegó Judas, uno de los doce discípulos, junto con una multitud de hombres armados con espadas y palos. Los habían enviado los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos.
44
El traidor, Judas, había acordado previamente con ellos una señal: «Sabrán a cuál arrestar cuando yo lo salude con un beso. Entonces podrán llevárselo bajo custodia».