1
Parábola de los agricultores malvados
Después Jesús comenzó a enseñarles con historias:
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Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su parte de la cosecha;
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pero los agricultores agarraron al siervo, le dieron una paliza y lo mandaron de regreso con las manos vacías.
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Entonces el dueño envió a otro siervo, pero lo insultaron y le pegaron en la cabeza.
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Al próximo siervo que envió, lo mataron. Envió a otros, a unos los golpearon y a otros los mataron,
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hasta que le quedó sólo uno, su hijo, a quien amaba profundamente. Finalmente, el dueño lo envió porque pensó: “Sin duda, respetarán a mi hijo”.
7
»Los agricultores se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. ¡Matémoslo y nos quedaremos con la propiedad!”.
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Así que lo agarraron, lo asesinaron y tiraron su cuerpo fuera del viñedo.
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—preguntó Jesús—.
10
¿Nunca leyeron en las Escrituras:
“La piedra que los constructores rechazaron
ahora se ha convertido en la piedra principal.
11
Esto es obra del Señor
y es maravilloso verlo”
?».
12
Los líderes religiosos
querían arrestar a Jesús porque se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados; pero tenían miedo de la multitud, así que lo dejaron y se marcharon.
13
Los impuestos para el César
Después los ancianos enviaron a algunos fariseos y partidarios de Herodes para hacer que Jesús cayera en la trampa de decir algo por lo cual pudiera ser arrestado.
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—Maestro —dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Eres imparcial y no tienes favoritismos. Enseñas con verdad el camino de Dios. Ahora dinos, ¿es correcto que paguemos impuestos al César o no?
15
¿Debemos o no pagarlos?
Jesús se dio cuenta de su hipocresía y dijo:
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Cuando se la dieron, les preguntó:
—Al César —contestaron.
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—dijo Jesús—,
Su respuesta los dejó totalmente asombrados.
18
Discusión acerca de la resurrección
Después se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección después de la muerte. Le plantearon la siguiente pregunta:
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—Maestro, Moisés nos dio una ley que dice que, si un hombre muere y deja a una esposa sin hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe.
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Ahora bien, supongamos que había siete hermanos. El mayor se casó y murió sin dejar hijos.
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Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero también murió sin dejar hijos. Luego el tercer hermano se casó con ella.
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Lo mismo sucedió con los siete y aún no había hijos. Por último, la mujer también murió.
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Entonces dinos, ¿de quién será esposa en la resurrección? Pues los siete estuvieron casados con ella.
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Jesús contestó:
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Pues, cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se entregarán en matrimonio. En este sentido, serán como los ángeles del cielo.
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»Ahora bien, en cuanto a si los muertos resucitarán, ¿nunca han leído acerca de esto en los escritos de Moisés, en la historia de la zarza que ardía? Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieron, Dios le dijo a Moisés:
“Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”
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