18
Y enseguida dejaron las redes y lo siguieron.
19
Un poco más adelante por la orilla, Jesús vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, en una barca, reparando las redes.
20
Los llamó de inmediato y ellos también lo siguieron, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los hombres contratados.
21
Jesús expulsa a un espíritu maligno
Jesús y sus compañeros fueron al pueblo de Capernaúm. Cuando llegó el día de descanso, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar.
22
La gente quedó asombrada de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa.
23
De pronto, un hombre en la sinagoga, que estaba poseído por un espíritu maligno,
comenzó a gritar:
24
«¿Por qué te entrometes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? ¡Yo sé quién eres: el Santo de Dios!».
25
—lo interrumpió Jesús y le ordenó—:
26
En ese mismo momento, el espíritu soltó un alarido, le causó convulsiones al hombre y luego salió de él.
27
El asombro se apoderó de la gente, y todos comenzaron a hablar de lo que había ocurrido. «¿Qué clase de enseñanza nueva es esta? —se preguntaban con emoción—. ¡Tiene tanta autoridad! ¡Hasta los espíritus malignos obedecen sus órdenes!».
28
Las noticias acerca de Jesús corrieron velozmente por toda la región de Galilea.