6
Comunicaron al pueblo la verdad de las instrucciones que recibieron de mí. No mintieron ni estafaron; anduvieron conmigo y llevaron vidas buenas y justas e hicieron volver a muchas personas de sus vidas pecaminosas.
7
»Las palabras que salen de la boca de un sacerdote deberían conservar el conocimiento de Dios y la gente debería acudir a él para recibir instrucción, porque el sacerdote es el mensajero del Señor
de los Ejércitos Celestiales.
8
No obstante, ustedes, sacerdotes, han abandonado los caminos de Dios. Sus instrucciones hicieron que muchos cayeran en pecado. Corrompieron el pacto que hice con los levitas —dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales—.
9
Por lo tanto, yo los he vuelto despreciables y los he humillado ante los ojos de todo el pueblo. Pues no me obedecieron sino que mostraron favoritismo en su forma de llevar a la práctica mis instrucciones».
10
Un llamado a la fidelidad
¿No somos hijos del mismo Padre? ¿No fuimos creados por el mismo Dios? Entonces, ¿por qué nos traicionamos unos a otros, violando el pacto de nuestros antepasados?
11
Judá ha sido infiel y se ha hecho una cosa detestable en Israel y en Jerusalén. Los hombres de Judá han contaminado el amado santuario del Señor
, al casarse con mujeres que rinden culto a ídolos.
12
Que el Señor
arranque de la nación de Israel
hasta el último de los hombres que haya hecho esto y que aun así lleva una ofrenda al Señor
de los Ejércitos Celestiales.
13
Esta es otra cosa que hacen: cubren el altar de Dios con lágrimas; lloran y gimen porque él no presta atención a sus ofrendas ni las acepta con agrado.
14
Claman: «¿Por qué el Señor
no acepta mi adoración?». ¡Les diré por qué! Porque el Señor
fue testigo de los votos que tú y tu esposa hicieron cuando eran jóvenes. Pero tú le has sido infiel, aunque ella siguió siendo tu compañera fiel, la esposa con la que hiciste tus votos matrimoniales.
15
¿No te hizo uno el Señor
con tu esposa? En cuerpo y espíritu ustedes son de él.
¿Y qué es lo que él quiere? De esa unión quiere hijos que vivan para Dios. Por eso, guarda tu corazón y permanece fiel a la esposa de tu juventud.
16
«¡Pues yo odio el divorcio! —dice el Señor
, Dios de Israel—. Divorciarte de tu esposa es abrumarla de crueldad
—dice el Señor
de los Ejércitos Celestiales—. Por eso guarda tu corazón; y no le seas infiel a tu esposa».