10
Mientras tanto, los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa se quedaron allí gritando sus acusaciones.
11
Entonces Herodes y sus soldados comenzaron a burlarse de Jesús y a ridiculizarlo. Finalmente le pusieron un manto real y lo enviaron de regreso a Pilato.
12
(Herodes y Pilato, quienes habían sido enemigos anteriormente, ese día se hicieron amigos).
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Entonces Pilato llamó a los principales sacerdotes y a los otros líderes religiosos, junto con el pueblo,
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y anunció su veredicto: «Me trajeron a este hombre porque lo acusan de encabezar una revuelta. Detenidamente lo he examinado al respecto en presencia de ustedes y lo encuentro inocente.
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Herodes llegó a la misma conclusión y me lo devolvió. Este hombre no ha hecho nada que merezca la pena de muerte.
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Así que lo haré azotar y luego lo pondré en libertad»
.
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Pero un gran clamor surgió de la multitud, y a una voz la gente gritó: «¡Mátalo y suéltanos a Barrabás!».
19
(Barrabás estaba en prisión por haber participado en un levantamiento contra el gobierno en Jerusalén, y por asesinato).
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Pilato discutió con ellos porque quería poner en libertad a Jesús,
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pero la multitud seguía gritando: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».
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Por tercera vez insistió Pilato: «¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido? No encuentro ninguna razón para condenarlo a muerte. Lo haré azotar y luego lo soltaré».
23
Pero la turba gritó cada vez más fuerte, exigiendo que Jesús fuera crucificado, y sus voces prevalecieron.
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Entonces Pilato sentenció a Jesús a muerte como la gente reclamaba.
25
Como habían pedido, puso en libertad a Barrabás, el que estaba preso por levantamiento y asesinato. Y les entregó a Jesús para que hicieran con él como quisieran.
26
La crucifixión
Cuando ellos se llevaban a Jesús, sucedió que un hombre llamado Simón, que era de Cirene,
venía del campo. Los soldados lo agarraron, pusieron la cruz sobre él y lo obligaron a cargarla detrás de Jesús.
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Una gran multitud lo seguía, incluidas muchas mujeres que lloraban desconsoladas.
28
Entonces Jesús se dio la vuelta y les dijo:
29
Pues vienen días cuando dirán: “¡Dichosas las mujeres que no tienen hijos, los vientres que no dieron a luz y los pechos que no amamantaron!”.
30
La gente suplicará a los montes: “¡Caigan sobre nosotros!” y rogará a las colinas: “¡Entiérrennos!”
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