17
»“¡Bien hecho! —exclamó el rey—. Eres un buen siervo. Has sido fiel con lo poco que te confié, así que como recompensa serás gobernador de diez ciudades”.
18
»El siguiente siervo informó: “Amo, invertí su dinero y multipliqué cinco veces el monto original”.
19
»“¡Bien hecho! —exclamó el rey—. Serás gobernador de cinco ciudades”.
20
»Pero el tercer siervo trajo solo la suma original y dijo: “Amo, escondí su dinero para protegerlo.
21
Tenía miedo, porque usted es un hombre muy difícil de tratar, que toma lo que no es suyo y cosecha lo que no sembró”.
22
»“¡Siervo perverso! —dijo el rey a gritos—. Tus propias palabras te condenan. Si sabías que era un hombre duro que tomo lo que no es mío y cosecho lo que no sembré,
23
¿por qué no depositaste mi dinero en el banco? Al menos hubiera podido obtener algún interés de él”.
24
»Luego, dirigiéndose a los otros que estaban cerca, el rey ordenó: “Quiten el dinero de este siervo y dénselo al que tiene cinco kilos”.
25
»“Pero amo —le dijeron—, él ya tiene cinco kilos”.
26
»“Sí —respondió el rey—, y a los que usan bien lo que se les da, se les dará aún más; pero a los que no hacen nada se les quitará aun lo poco que tienen.
27
En cuanto a esos enemigos míos que no querían que yo fuera su rey, tráiganlos y ejecútenlos aquí mismo en mi presencia”».
28
Entrada triunfal de Jesús
Después de contar esa historia, Jesús siguió rumbo a Jerusalén, caminando delante de sus discípulos.
29
Al llegar a las ciudades de Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos, mandó a dos discípulos que se adelantaran.
30
—les dijo—.
31
Si alguien les pregunta: “¿Por qué desatan al burrito?”, simplemente digan: “El Señor lo necesita”».
32
Así que ellos fueron y encontraron el burrito tal como lo había dicho el Señor.
33
Y, efectivamente, mientras lo desataban, los dueños les preguntaron:
—¿Por qué desatan ese burrito?
34
Y los discípulos simplemente contestaron:
—El Señor lo necesita.
35
Entonces le llevaron el burrito a Jesús y pusieron sus prendas encima para que él lo montara.
36
A medida que Jesús avanzaba, la multitud tendía sus prendas sobre el camino delante de él.
37
Cuando llegó a donde comienza la bajada del monte de los Olivos, todos sus seguidores empezaron a gritar y a cantar mientras alababan a Dios por todos los milagros maravillosos que habían visto.