10
De la misma manera, cuando ustedes me obedecen, deben decir: “Somos siervos indignos que simplemente cumplimos con nuestro deber”.
11
Diez leprosos son sanados
Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria.
12
Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia,
13
gritando:
—¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros!
14
Jesús los miró y dijo:
Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra.
15
Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: «¡Alaben a Dios!».
16
Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano.
17
Jesús preguntó:
18
¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?».
19
Y Jesús le dijo al hombre:
20
La venida del reino
Un día, los fariseos le preguntaron a Jesús:
—¿Cuándo vendrá el reino de Dios?
Jesús contestó:
21
Nunca podrán decir: “¡Aquí está!” o “¡Está por allí!”, porque el reino de Dios ya está entre ustedes.
22
Entonces dijo a sus discípulos:
23
Algunos les dirán: “Miren, allí está el Hijo del Hombre” o “Aquí está”, pero no los sigan.
24
Pues, así como el relámpago destella e ilumina el cielo de un extremo a otro, así será el día cuando venga el Hijo del Hombre.
25
Pero primero el Hijo del Hombre tiene que sufrir terriblemente
y ser rechazado por esta generación.
26
»Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé.
27
En esos días, la gente disfrutaba de banquetes, fiestas y casamientos, hasta el momento en que Noé entró en su barco y llegó el diluvio y los destruyó a todos.
28
»El mundo será como en los días de Lot, cuando las personas se ocupaban de sus quehaceres diarios —comían y bebían, compraban y vendían, cultivaban y edificaban—
29
hasta la mañana en que Lot salió de Sodoma. Entonces llovió del cielo fuego y azufre ardiente, y destruyó a todos.
30
Sí, será “todo como siempre” hasta el día en que se manifieste el Hijo del Hombre.