15
Entonces él les dijo:
16
»Hasta el tiempo de Juan el Bautista, la ley de Moisés y el mensaje de los profetas fueron sus guías; pero ahora se predica la Buena Noticia del reino de Dios, y todos están ansiosos por entrar.
17
Eso no significa que la ley haya perdido su fuerza. Es más fácil que el cielo y la tierra desaparezcan, a que el más pequeño punto de la ley de Dios sea anulado.
18
»Por ejemplo, un hombre que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio; y el que se case con una mujer divorciada de su esposo comete adulterio».
19
Parábola del rico y Lázaro
Jesús dijo:
20
Tirado a la puerta de su casa había un hombre pobre llamado Lázaro, quien estaba cubierto de llagas.
21
Mientras Lázaro estaba tendido, deseando comer las sobras de la mesa del hombre rico, los perros venían y le lamían las llagas abiertas.
22
»Con el tiempo, el hombre pobre murió, y los ángeles lo llevaron a estar con Abraham.
El hombre rico también murió y fue enterrado,
23
y su alma fue al lugar de los muertos.
Allí, en medio del tormento, vio a Abraham a lo lejos con Lázaro junto a él.
24
»El hombre rico gritó: “¡Padre Abraham, ten piedad! Envíame a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua. Estoy en angustia en estas llamas”.
25
»Abraham le dijo: “Hijo, recuerda que tuviste todo lo que quisiste durante tu vida, y Lázaro no tuvo nada. Ahora él está aquí recibiendo consuelo y tú estás en angustia.
26
Además, hay un gran abismo que nos separa. Ninguno de nosotros puede cruzar hasta allí, y ninguno de ustedes puede cruzar hasta aquí”.
27
»Entonces el hombre rico dijo: “Por favor, padre Abraham, al menos envíalo a la casa de mi padre.
28
Tengo cinco hermanos y quiero advertirles que no terminen en este lugar de tormento”.
29
»Abraham le dijo: “Moisés y los profetas ya les advirtieron. Tus hermanos pueden leer lo que ellos escribieron”.
30
»El hombre rico respondió: “¡No, padre Abraham! Pero si se les envía a alguien de los muertos ellos se arrepentirán de sus pecados y volverán a Dios”.
31
»Pero Abraham le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no escucharán por más que alguno se levantara de los muertos”».