52
A príncipes derrocó de sus tronos
y exaltó a los humildes.
53
Al hambriento llenó de cosas buenas
y a los ricos despidió con las manos vacías.
54
Ayudó a su siervo Israel
y no se olvidó de ser misericordioso.
55
Pues lo prometió a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus descendientes para siempre.
56
Y María se quedó con Elisabet unos tres meses y luego regresó a su casa.
57
Nacimiento de Juan el Bautista
Cuando se cumplió el tiempo para que naciera el bebé, Elisabet dio a luz un hijo varón.
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Todos sus vecinos y parientes se alegraron al enterarse de que Dios había sido tan misericordioso con ella.
59
Cuando el bebé cumplió ocho días, todos se reunieron para la ceremonia de circuncisión. Querían ponerle por nombre Zacarías como su padre,
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pero Elisabet dijo:
—¡No! ¡Su nombre es Juan!
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—¿Cómo? —exclamaron—. No hay nadie en tu familia con ese nombre.
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Entonces, le preguntaron por gestos al padre cómo quería que se llamara.
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Zacarías pidió con señas que le dieran una tablilla para escribir y, para sorpresa de todos, escribió: «Su nombre es Juan».
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Al instante Zacarías pudo hablar de nuevo y comenzó a alabar a Dios.
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Todo el vecindario se llenó de temor reverente, y la noticia de lo que había sucedido corrió por todas las colinas de Judea.
66
Los que la oían meditaban sobre los acontecimientos y se preguntaban: «¿Qué llegará a ser este niño?». Pues la mano del Señor estaba sobre él de una manera especial.
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Profecía de Zacarías
Entonces su padre, Zacarías, se llenó del Espíritu Santo y dio la siguiente profecía:
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«Alaben al Señor, el Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
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Nos envió un poderoso Salvador
del linaje real de su siervo David,
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como lo prometió
mediante sus santos profetas hace mucho tiempo.
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Ahora seremos rescatados de nuestros enemigos
y de todos los que nos odian.
72
Él ha sido misericordioso con nuestros antepasados
al recordar su pacto sagrado,