1
Pecados que requieren una ofrenda por la culpa
Entonces el Señor
le dijo a Moisés:
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«Supongamos que uno de ustedes peca contra su socio y es infiel al Señor
. Supongamos que comete una estafa en un trato que involucra un depósito en garantía, o roba, o comete fraude,
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o encuentra un objeto perdido y luego niega haberlo encontrado, o miente después de haber jurado decir la verdad, o comete cualquier otro pecado como estos.
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Si has pecado en cualquiera de estas formas, eres culpable. Debes devolver lo que robaste, o el dinero que tomaste mediante la extorsión, o el depósito recibido en garantía, o el objeto perdido que encontraste,
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o cualquier cosa que hayas obtenido por jurar en falso. Deberás hacer una restitución total a la persona perjudicada más un veinte por ciento adicional. En el mismo día, presentarás una ofrenda por la culpa.
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Como ofrenda por la culpa al Señor
, debes llevar al sacerdote un carnero sin defecto de tu propio rebaño, o puedes comprar uno del mismo valor.
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Mediante este proceso, el sacerdote te purificará delante del Señor
, te hará justo ante él,
y serás perdonado de cualquiera de estos pecados que hayas cometido».
8
Instrucciones adicionales sobre la ofrenda quemada
Entonces el Señor
le dijo a Moisés:
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«Da a Aarón y a sus hijos las siguientes instrucciones con respecto a la ofrenda quemada: la ofrenda quemada se dejará encima del altar hasta la mañana siguiente, y el fuego del altar debe mantenerse encendido durante toda la noche.
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En la mañana, después de que el sacerdote de turno se haya puesto las ropas oficiales de lino y también la ropa interior de lino, deberá limpiar las cenizas de la ofrenda quemada y ponerlas junto al altar.
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Luego deberá quitarse estas vestiduras, cambiarse a su ropa normal y llevar las cenizas fuera del campamento a un lugar ceremonialmente puro.
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Entretanto, el fuego del altar debe mantenerse ardiendo; nunca deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote le echará leña nueva al fuego. Luego acomodará la ofrenda quemada sobre él, y también quemará la grasa de las ofrendas de paz.
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Recuerden, el fuego del altar siempre debe estar encendido; nunca debe apagarse.