20
Pero si no desea volver a comprarlo, y el campo se vende a otro, ya no se podrá recuperar.
21
Cuando el campo quede libre en el año de jubileo, este será santo, un campo especialmente apartado
para el Señor
y llegará a ser propiedad de los sacerdotes.
22
»Si alguien le dedica al Señor
algún campo que haya comprado, pero que no es parte de su propiedad familiar,
23
el sacerdote establecerá su valor basado en el número de años que falten hasta el siguiente año de jubileo. Ese mismo día, tendrá que dar el valor del campo como un donativo sagrado al Señor
.
24
En el año de jubileo el campo tendrá que ser devuelto al que lo vendió, la persona que lo heredó como una propiedad familiar.
25
(Todos los pagos se harán calculados según el peso del siclo del santuario,
que equivale a veinte geras).
26
»No se te permite dedicarle al Señor
el primogénito de los animales, porque la primera cría del ganado, de las ovejas y de las cabras ya le pertenece al Señor
.
27
Sin embargo, podrás volver a comprar el primogénito de un animal ceremonialmente impuro al pagar el valor establecido por el sacerdote, más un veinte por ciento. Si no lo vuelves a comprar, el sacerdote lo venderá por el precio establecido.
28
»No obstante, todo lo que se haya apartado especialmente para el Señor
—ya sea una persona, un animal o una propiedad familiar— nunca deberá ser vendido ni rescatado. Todo lo que se consagre de esta manera ha sido apartado como santo y le pertenece al Señor
.
29
Ninguna persona apartada especialmente para destrucción podrá ser rescatada. Esa persona será ejecutada.
30
»La décima parte de los productos de la tierra, ya sea grano de los campos o fruto de los árboles, le pertenece al Señor
y debe ser apartada, es santa para el Señor
.
31
Si deseas volver a comprar esa décima parte del grano o de la fruta que pertenece al Señor
, tendrás que pagar su valor, más un veinte por ciento.
32
Cuenta uno de cada diez animales de tus manadas y rebaños, sepáralo, es santo para el Señor
.
33
No podrás ser exigente entre animales buenos y malos, y no podrás sustituir uno por otro. Pero si intercambias un animal por otro, tanto el primer animal como el sustituto serán considerados santos y no podrás comprarlos de nuevo».
34
Estos son los mandatos que el Señor
dio por medio de Moisés a los israelitas en el monte Sinaí.