2
Durante toda la noche solloza;
las lágrimas corren por sus mejillas.
De todos sus amantes
no hay quien la consuele.
Todos sus amigos la traicionaron
y se volvieron sus enemigos.
3
Judá fue llevada al cautiverio,
oprimida por la cruel esclavitud.
Vive entre naciones extranjeras
y no tiene lugar donde descansar.
Sus enemigos la persiguieron y la alcanzaron
y ya no tiene a quien recurrir.
4
Los caminos a Jerusalén
están de luto,
porque las multitudes ya no vienen para celebrar los festivales.
En las puertas de la ciudad hay silencio,
sus sacerdotes gimen,
sus mujeres jóvenes lloran;
¡qué amarga es su suerte!
5
Sus opresores son ahora sus amos
y sus enemigos prosperan,
porque el Señor
castigó a Jerusalén
por sus muchos pecados.
Sus hijos fueron capturados
y llevados a tierras lejanas.
6
La bella Jerusalén
ha sido despojada
de toda su majestad.
Sus príncipes son como venados hambrientos
en busca de pastos.
Están demasiado débiles para huir
del enemigo que los persigue.
7
En medio de su tristeza y sus andanzas
Jerusalén recuerda su antiguo esplendor.
Pero ahora ha caído en manos de su enemigo
y no hay quien la ayude.
Su enemigo la derribó
y se burlaba cuando ella caía.
8
Jerusalén ha pecado grandemente,
por eso fue desechada como un trapo sucio.
Todos los que antes la honraban ahora la desprecian,
porque vieron su desnudez y su humillación.
Lo único que puede hacer es gemir
y taparse la cara.
9
Se deshonró a sí misma con inmoralidad
y no pensó en su futuro.
Ahora yace en una zanja
y no hay nadie que la saque.
«S
, mira mi sufrimiento —gime—,
el enemigo ha triunfado».
10
El enemigo la saqueó por completo
y se llevó todo lo valioso que poseía.
Vio a los extranjeros profanar su templo sagrado,
el lugar al que el Señor
les había prohibido entrar.
11
Su pueblo gime en busca de pan;
vendieron sus tesoros para comprar comida y mantenerse con vida.
«Oh Señor
, mira —se lamenta—
y observa cómo me desprecian.
12
»¿No les importa nada, ustedes que pasan por aquí?
Miren a su alrededor y vean si hay otro sufrimiento como el mío,
que el Señor
descargó sobre mí
cuando estalló en ira feroz.