8
Cuando Israel escogió nuevos dioses,
la guerra estalló a las puertas de la ciudad.
¡Sin embargo, no se veía ni un escudo ni una lanza
entre cuarenta mil guerreros de Israel!
9
Mi corazón está con los comandantes de Israel,
con los que se ofrecieron para la guerra.
¡Alabado sea el Señor
!
10
»Piensen en esto, ustedes que cabalgan en burros selectos,
ustedes que se sientan sobre elaboradas mantas de caballo
y ustedes que andan por el camino.
11
Escuchen a los músicos de las aldeas,
que están reunidos junto a los abrevaderos.
Relatan las justas victorias del Señor
y los triunfos de sus aldeanos en Israel.
Entonces el pueblo del Señor
descendió a las puertas de la ciudad.
12
»¡Despierta, Débora, despierta!
¡Despierta, despierta y entona un cántico!
¡Levántate, Barac!
¡Llévate a tus cautivos, hijo de Abinoam!
13
»De Tabor descendieron los pocos para juntarse con los nobles;
el pueblo del Señor
marchó colina abajo contra poderosos guerreros.
14
Descendieron de Efraín,
tierra que antes pertenecía a los amalecitas;
te siguieron a ti, Benjamín, con tus tropas.
De Maquir los comandantes descendieron a paso de marcha;
desde Zabulón llegaron los que llevan el bastón de mando.
15
Los príncipes de Isacar estuvieron con Débora y Barac;
siguieron a Barac a toda prisa hasta el valle.
Pero en la tribu de Rubén
hubo gran indecisión.
16
¿Por qué se quedaron sentados en su casa entre los rediles,
para oír a los pastores silbar a sus rebaños?
Así es, en la tribu de Rubén
hubo gran indecisión.
17
Galaad permaneció al oriente del Jordán.
Y ¿por qué Dan se quedó en su casa?
Aser se sentó sin moverse a la orilla del mar,
y permaneció en sus puertos.
18
Pero Zabulón arriesgó la vida,
igual que Neftalí, en las alturas del campo de batalla.