8
Y todo el pueblo se puso de pie al mismo tiempo y proclamó a una voz:
—¡Ninguno de nosotros volverá a su hogar! ¡No, ni una sola persona!
9
En cambio, haremos lo siguiente con Guibeá: echaremos suertes para decidir quién la atacará.
10
Una décima parte de los hombres
de cada tribu se encargará de abastecer a los guerreros con provisiones; los demás nos vengaremos de Guibeá,
en Benjamín, por la infamia que sus hombres han cometido en Israel.
11
Así que los israelitas estaban en total unanimidad, y se juntaron para atacar la ciudad.
12
Los israelitas enviaron mensajeros a la tribu de Benjamín, diciendo: «¡Qué acto tan terrible se ha cometido en medio de ustedes!
13
Entréguennos a esos hombres malvados, a esos perturbadores de Guibeá, para que los ejecutemos y así purifiquemos a Israel de semejante maldad».
Pero los de Benjamín no quisieron escuchar.
14
En cambio, salieron de sus ciudades y se juntaron en Guibeá para pelear contra los israelitas.
15
En total, de toda la tribu de Benjamín, llegaron a Guibeá veintiséis mil guerreros armados con espadas, los cuales se sumaron a los setecientos guerreros selectos que vivían allí.
16
Entre las tropas selectas de Benjamín había setecientos hombres zurdos, capaces de tirar una piedra con la honda y acertar en un cabello sin errar el blanco.
17
Israel, a su vez, tenía cuatrocientos mil soldados con experiencia en la guerra, armados con espadas, sin contar a los guerreros de Benjamín.
18
Antes de la batalla, los israelitas fueron a Betel y le preguntaron a Dios:
—¿Cuál de las tribus debe ser la primera en atacar a la gente de Benjamín?
El Señor
contestó:
—Judá debe ir primero.