4
Cuando el ángel del Señor
terminó de hablar a los israelitas, el pueblo lloró a gritos.
5
Por eso llamaron al lugar Boquim (que significa «llanto»), y allí le ofrecieron sacrificios al Señor
.
6
Muerte de Josué
Después que Josué despidió al pueblo, cada una de las tribus salió para tomar posesión del territorio que se le había asignado.
7
Los israelitas sirvieron al Señor
todo el tiempo que vivieron Josué y los líderes que lo sobrevivieron, aquellos que habían visto todas las grandes cosas que el Señor
había hecho por Israel.
8
Entonces Josué, hijo de Nun y siervo del Señor
, murió a los ciento diez años de edad.
9
Lo enterraron en Timnat-sera,
tierra que se le había asignado, en la zona montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas.
10
Israel desobedece al Señor
Después de que murieron todos los de esa generación, creció otra que no conocía al Señor
ni recordaba las cosas poderosas que él había hecho por Israel.
11
Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor
y sirvieron a las imágenes de Baal.
12
Abandonaron al Señor
, Dios de sus antepasados, quien los había sacado de Egipto. Siguieron y rindieron culto a otros dioses —los dioses de los pueblos vecinos— y así provocaron el enojo del Señor
.
13
Abandonaron al Señor
para servir a Baal y a las imágenes de Astoret,
14
lo cual hizo que el Señor
ardiera de enojo contra Israel y que los entregara en manos de saqueadores, quienes les robaron sus posesiones. Los vendió a los enemigos que tenían a su alrededor, y ya no podían vencerlos.
15
Cada vez que los israelitas salían a la batalla, el Señor
peleaba en contra de ellos e hizo que sus enemigos los derrotaran, tal como él les había advertido. Y el pueblo estaba muy angustiado.
16
El Señor
rescata a su pueblo
Entonces el Señor
levantó jueces para rescatar a los israelitas de la mano de sus agresores.
17
Sin embargo, Israel no hizo caso a los jueces, sino que se prostituyó rindiendo culto a otros dioses. ¡Qué pronto se apartaron del camino de sus antepasados, los cuales habían obedecido los mandatos del Señor
!
18
Cada vez que el Señor
levantaba un juez sobre Israel, él estaba con ese juez y rescataba al pueblo de sus enemigos durante toda la vida del juez. Pues el Señor
tenía compasión de su pueblo, que estaba sobrecargado de opresión y sufrimiento.
19
Pero al morir el juez, la gente no solo volvía a sus prácticas corruptas, sino que se comportaba peor que sus antepasados. Seguía a otros dioses: los servía y les rendía culto. Además se negaba a abandonar sus prácticas malvadas y sus tercos caminos.
20
Por eso el Señor
ardió de enojo contra Israel y dijo: «Ya que este pueblo ha violado mi pacto que hice con sus antepasados y no ha hecho caso a mis mandatos,
21
ya no expulsaré a las naciones que Josué dejó sin conquistar cuando murió.
22
Lo hice para poner a prueba a Israel: para ver si seguiría o no los caminos del Señor
, como lo hicieron sus antepasados».
23
Por esa razón el Señor
dejó esas naciones donde estaban. No las expulsó de inmediato, ni permitió que Josué las conquistara a todas.