6
En esos días, Israel no tenía rey; cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio.
7
Cierto día llegó a la región un joven levita que vivía en Belén de Judá.
8
Había salido de Belén en busca de otro lugar donde vivir y, viajando, llegó a la zona montañosa de Efraín. Mientras estaba de paso, se detuvo por casualidad en la casa de Micaía.
9
—¿De dónde vienes? —le preguntó Micaía.
Él contestó:
—Soy un levita de Belén de Judá, y busco un lugar para vivir.
10
—Quédate aquí, conmigo —le dijo Micaía—, y podrás ser un padre y sacerdote para mí. Te daré diez piezas
de plata al año, además de una muda de ropa y comida.
11
El joven levita aceptó y pasó a ser como uno de los hijos de Micaía.
12
Luego Micaía lo nombró su sacerdote personal, y el levita vivió en la casa de Micaía.
13
«Sé que el Señor
ahora me bendecirá —dijo Micaía—, porque tengo un levita como sacerdote personal».