11
Entonces tres mil hombres de Judá bajaron a buscar a Sansón, dentro de la cueva en la roca de Etam, y le dijeron:
—¿No te das cuenta de que los filisteos nos gobiernan? ¿Qué nos estás haciendo?
Pero Sansón les contestó:
—Yo sólo les hice a ellos lo que ellos me hicieron a mí.
12
Pero los hombres de Judá le dijeron:
—Vinimos para amarrarte y entregarte a los filisteos.
—Está bien —les dijo Sansón—. Pero prométanme que no me matarán ustedes.
13
—Nosotros solo te amarraremos y te entregaremos a los filisteos —respondieron ellos—. No te mataremos.
Así que lo amarraron con dos sogas nuevas y lo sacaron de la roca.
14
Cuando Sansón llegó a Lehi, los filisteos salieron gritando de triunfo. Sin embargo, el Espíritu del Señor
vino con poder sobre Sansón, y él rompió las sogas que tenía atadas en los brazos como si fueran hilos de lino quemados, y cayeron de las muñecas.
15
Luego Sansón encontró la quijada de un burro recién matado. La levantó, y la usó para matar a mil filisteos.
16
Después dijo:
«¡Con la quijada de un burro,
los he apilado en montones!
¡Con la quijada de un burro,
he matado a mil hombres!».
17
Cuando acabó de jactarse, tiró la quijada; y a ese lugar se le llamó «Colina de la Quijada»
.
18
Después Sansón tuvo mucha sed y clamó al Señor
: «Has logrado esta gran victoria por medio de la fuerza de tu siervo, ¿y ahora tengo que morir de sed y caer en manos de estos paganos?».
19
Entonces Dios hizo que brotara agua a chorros de un hoyo en el suelo de Lehi, y Sansón se reanimó al beber. Luego llamó a ese lugar «Manantial del que Clamó»
, el cual todavía se encuentra en Lehi hasta el día de hoy.
20
Sansón fue juez de Israel por veinte años, durante el tiempo en que los filisteos dominaban la tierra.