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(No es que alguien haya visto al Padre; solamente yo lo he visto, el que Dios envió).
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»Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna.
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¡Sí, yo soy el pan de vida!
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Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos murieron,
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sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá.
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Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne».
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Entonces la gente comenzó a discutir entre sí sobre lo que él quería decir. «¿Cómo puede este hombre darnos de comer su carne?», se preguntaban.
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Por eso Jesús volvió a decir:
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pero todo el que coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
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Pues mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
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Todo el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.