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Ellos se decían: «¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José? Conocemos a su padre y a su madre. ¿Y ahora cómo puede decir: “Yo descendí del cielo”?».
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Jesús les contestó:
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Pues nadie puede venir a mí a menos que me lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.
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Como dicen las Escrituras:
“A todos les enseñará Dios”. Todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí.
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(No es que alguien haya visto al Padre; solamente yo lo he visto, el que Dios envió).
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»Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna.
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¡Sí, yo soy el pan de vida!
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Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos murieron,
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sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá.
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Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne».
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Entonces la gente comenzó a discutir entre sí sobre lo que él quería decir. «¿Cómo puede este hombre darnos de comer su carne?», se preguntaban.