17 —No tengo esposo —respondió la mujer.
—dijo Jesús—.
18 porque has tenido cinco esposos y ni siquiera estás casada con el hombre con el que ahora vives. ¡Ciertamente dijiste la verdad!
19 —Señor —dijo la mujer—, seguro que usted es profeta.
20 Así que dígame, ¿por qué ustedes, los judíos, insisten en que Jerusalén es el único lugar donde se debe adorar, mientras que nosotros, los samaritanos, afirmamos que es aquí, en el monte Gerizim,
donde adoraron nuestros antepasados?
21 Jesús le contestó:
22 Ustedes, los samaritanos, saben muy poco acerca de aquel a quien adoran, mientras que nosotros, los judíos, conocemos bien a quien adoramos, porque la salvación viene por medio de los judíos.
23 Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado— cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera.
24 Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.
25 La mujer dijo:
—Sé que el Mesías está por venir, al que llaman Cristo. Cuando él venga, nos explicará todas las cosas.
26 Entonces Jesús le dijo:
27 Justo en ese momento, volvieron sus discípulos. Se sorprendieron al ver que Jesús hablaba con una mujer, pero ninguno se atrevió a preguntarle: «¿Qué quieres de ella?» o «¿Por qué le hablas?».
28 La mujer dejó su cántaro junto al pozo y volvió corriendo a la aldea mientras les decía a todos:
29 «¡Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho en mi vida! ¿No será este el Mesías?».
30 Así que la gente salió de la aldea para verlo.
31 Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús:
—Rabí,
come algo.
32 Jesús les respondió:
33 «¿Le habrá traído alguien de comer mientras nosotros no estábamos?» —se preguntaban los discípulos unos a otros.
34 Entonces Jesús explicó:
35 Ustedes conocen el dicho: “Hay cuatro meses entre la siembra y la cosecha”, pero yo les digo: despierten y miren a su alrededor, los campos ya están listos
para la cosecha.
36 A los segadores se les paga un buen salario, y los frutos que cosechan son personas que pasan a tener la vida eterna. ¡Qué alegría le espera tanto al que siembra como al que cosecha!
37 Ya saben el dicho: “Uno siembra y otro cosecha”, y es cierto.
38 Yo los envié a ustedes a cosechar donde no sembraron; otros ya habían hecho el trabajo, y ahora a ustedes les toca levantar la cosecha.
39 Muchos samaritanos creen
Muchos samaritanos de esa aldea creyeron en Jesús, porque la mujer había dicho: «¡Él me dijo todo lo que hice en mi vida!».
40 Cuando salieron a verlo, le rogaron que se quedara en la aldea. Así que Jesús se quedó dos días,
41 tiempo suficiente para que muchos más escucharan su mensaje y creyeran.
42 Luego le dijeron a la mujer: «Ahora creemos, no solo por lo que tú nos dijiste, sino porque lo hemos oído en persona. Ahora sabemos que él es realmente el Salvador del mundo».
43 Jesús sana al hijo de un funcionario
Pasados los dos días, Jesús siguió camino a Galilea.
44 Él mismo había declarado que un profeta no recibe honra en su propio pueblo.
45 Sin embargo, los galileos lo recibieron bien, porque habían estado en Jerusalén durante la celebración de la Pascua y habían visto todo lo que él hizo allí.
46 En su paso por Galilea, Jesús llegó a Caná, donde había convertido el agua en vino. Cerca de allí, en Capernaúm, había un funcionario de gobierno que tenía un hijo muy enfermo.
47 Cuando supo que Jesús había ido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que se dirigiera a Capernaúm para sanar a su hijo, quien estaba al borde de la muerte.
48 Jesús le preguntó:
49 —Señor, por favor —suplicó el funcionario—, ven ahora mismo, antes de que mi hijito se muera.
50 Entonces Jesús le dijo:
Y el hombre creyó lo que Jesús le dijo y emprendió el regreso a su casa.
51 Mientras el funcionario iba en camino, algunos de sus sirvientes salieron a su encuentro con la noticia de que su hijo estaba vivo y sano.
52 Él les preguntó a qué hora el niño había comenzado a mejorar, y ellos le contestaron: «Ayer, a la una de la tarde, ¡la fiebre de pronto se le fue!».
53 Entonces el padre se dio cuenta de que la sanidad había ocurrido en el mismo instante en que Jesús le había dicho:
Y tanto él como todos los de su casa creyeron en Jesús.
54 Esa fue la segunda señal milagrosa que hizo Jesús en Galilea al volver de Judea.

La Biblia de las Américas (Español) BLA

Juan 4:17 Respondió la mujer y le dijo: No tengo marido. Jesús le dijo<***>: Bien has dicho: "No tengo marido",

English Standard Version ESV

John 4:17 The woman answered him, "I have no husband." Jesus said to her, "You are right in saying, 'I have no husband';

La Biblia del Jubileo 2000 JBS

Juan 4:17 Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido

King James Version KJV

New King James Version NKJV

John 4:17 The woman answered and said, "I have no husband." Jesus said to her, "You have well said, 'I have no husband,'

Nueva Versión Internacional NVI

Juan 4:17 —No tengo esposo —respondió la mujer.—Bien has dicho que no tienes esposo.

La Biblia Reina-Valera (Español) RVR

Juan 4:17 Respondió la mujer, y dijo: No tengo marido. Dícele Jesús: Bien has dicho, No tengo marido;

Sagradas Escrituras (1569) (Español) SEV

Juan 4:17 Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido;

Herramientas de Estudio para Juan 4:17-54