8
El viento sopla hacia donde quiere. De la misma manera que oyes el viento pero no sabes de dónde viene ni adónde va, tampoco puedes explicar cómo las personas nacen del Espíritu.
9
—¿Cómo es posible todo esto? —preguntó Nicodemo.
10
Jesús le contestó:
11
Te aseguro que les contamos lo que sabemos y hemos visto, y ustedes todavía se niegan a creer nuestro testimonio.
12
Ahora bien, si no me creen cuando les hablo de cosas terrenales, ¿cómo creerán si les hablo de cosas celestiales?
13
Nadie jamás fue al cielo y regresó, pero el Hijo del Hombre
bajó del cielo.
14
Y, así como Moisés levantó la serpiente de bronce en un poste en el desierto, así deberá ser levantado el Hijo del Hombre,
15
para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
16
»Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
17
Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
18
»No hay condenación para todo el que cree en él, pero todo el que no cree en él ya ha sido condenado por no haber creído en el único Hijo de Dios.