15
«¡Llévatelo! ¡Llévatelo! —gritaban—. ¡Crucifícalo!».
—¿Cómo dicen?, ¿qué yo crucifique a su rey? —preguntó Pilato.
—No tenemos otro rey más que el César —le contestaron a gritos los principales sacerdotes.
16
Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran.
La crucifixión
Así que se llevaron a Jesús.
17
Él, cargando su propia cruz, fue al sitio llamado Lugar de la Calavera (en hebreo,
).
18
Allí lo clavaron en la cruz. También crucificaron a otros dos con él, uno a cada lado, y a Jesús, en medio.
19
Y Pilato colocó un letrero sobre la cruz, que decía: «Jesús de Nazaret,
el Rey de los judíos».
20
El lugar donde crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad, y el letrero estaba escrito en hebreo, en latín y en griego, para que muchos
pudieran leerlo.
21
Entonces los principales sacerdotes se opusieron y le dijeron a Pilato:
—Cambia la inscripción “el Rey de los judíos” por una que diga “él dice: ‘Yo soy el Rey de los judíos’”.
22
—No —respondió Pilato—. Lo que he escrito, escrito está y así quedará.
23
Una vez que los soldados terminaron de crucificarlo, tomaron la ropa de Jesús y la dividieron en cuatro partes, una para cada uno de ellos. También tomaron la túnica, la cual no tenía costura y había sido tejida de arriba a abajo en una sola pieza.
24
Así que dijeron: «En lugar de rasgarla, tiremos los dados
para ver quién se la queda». Con eso se cumplió la Escritura que dice: «Se repartieron entre ellos mi vestimenta y tiraron los dados por mi ropa»
. Así que eso fue lo que hicieron.
25
Estaban de pie junto a la cruz la madre de Jesús, la hermana de su madre, María la esposa de Cleofas y María Magdalena.