26
Pero uno de los esclavos del sumo sacerdote, pariente del hombre al que Pedro le había cortado la oreja, preguntó: «¿No te vi en el huerto de olivos con Jesús?».
27
Una vez más, Pedro lo negó, y enseguida cantó un gallo.
28
Juicio de Jesús ante Pilato
El juicio de Jesús ante Caifás terminó cerca del amanecer. De allí lo llevaron a la residencia oficial del gobernador romano.
Sus acusadores no entraron porque, de haberlo hecho, se habrían contaminado y no hubieran podido celebrar la Pascua.
29
Por eso Pilato, el gobernador, salió adonde estaban ellos y les preguntó:
—¿Qué cargos tienen contra este hombre?
30
—¡No te lo habríamos entregado si no fuera un criminal! —replicaron.
31
—Entonces llévenselo y júzguenlo de acuerdo con la ley de ustedes —les dijo Pilato.
—Solo los romanos tienen derecho a ejecutar a una persona —respondieron los líderes judíos.
32
(Con eso se cumplió la predicción de Jesús acerca de la forma en que iba a morir).
33
Entonces Pilato volvió a entrar en su residencia y pidió que le trajeran a Jesús.
—¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó.
34
Jesús contestó:
35
—¿Acaso yo soy judío? —replicó Pilato—. Tu propio pueblo y sus principales sacerdotes te trajeron a mí para que yo te juzgue. ¿Por qué? ¿Qué has hecho?
36
Jesús contestó: