4
Yo te di la gloria aquí en la tierra, al terminar la obra que me encargaste.
5
Ahora, Padre, llévame a la gloria que compartíamos antes de que comenzara el mundo.
6
»Te he dado a conocer
a los que me diste de este mundo. Siempre fueron tuyos. Tú me los diste, y ellos han obedecido tu palabra.
7
Ahora saben que todo lo que tengo es un regalo que proviene de ti,
8
porque les he transmitido el mensaje que me diste. Ellos aceptaron el mensaje y saben que provine de ti y han creído que tú me enviaste.
9
»Mi oración no es por el mundo, sino por los que me has dado, porque te pertenecen.
10
Todos los que son míos te pertenecen, y me los has dado, para que me den gloria.
11
Ahora me voy del mundo; ellos se quedan en este mundo, pero yo voy a ti. Padre santo, tú me has dado tu nombre;
ahora protégelos con el poder de tu nombre para que estén unidos como lo estamos nosotros.
12
Durante el tiempo que estuve aquí, los protegí con el poder del nombre que me diste.
Los cuidé para que ni uno solo se perdiera, excepto el que va camino a la destrucción como predijeron las Escrituras.
13
»Ahora voy a ti. Mientras estuve con ellos en este mundo, les dije muchas cosas para que estuvieran llenos de mi alegría.
14
Les he dado tu palabra, y el mundo los odia, porque ellos no pertenecen al mundo, así como yo tampoco pertenezco al mundo.