1
Jesús, la vid verdadera
2
Él corta de mí toda rama que no produce fruto y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más.
3
Ustedes ya han sido podados y purificados por el mensaje que les di.
4
Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en mí.
5
»Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.
6
El que no permanece en mí es desechado como rama inútil y se seca. Todas esas ramas se juntan en un montón para quemarlas en el fuego.
7
Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido!
8
Cuando producen mucho fruto, demuestran que son mis verdaderos discípulos. Eso le da mucha gloria a mi Padre.
9
»Yo los he amado a ustedes tanto como el Padre me ha amado a mí. Permanezcan en mi amor.
10
Cuando obedecen mis mandamientos, permanecen en mi amor, así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
11
Les he dicho estas cosas para que se llenen de mi gozo; así es, desbordarán de gozo.
12
Este es mi mandamiento: ámense unos a otros de la misma manera en que yo los he amado.
13
No hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos.