4
Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura
5
y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
6
Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo:
—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?
7
Jesús contestó:
8
—¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!
—respondió Jesús—,
9
—¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no solo los pies! —exclamó Simón Pedro.
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Jesús respondió:
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Pues Jesús sabía quién lo iba a traicionar. A eso se refería cuando dijo:
12
Después de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, se sentó y preguntó:
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Ustedes me llaman “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque es lo que soy.
14
Y, dado que yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies unos a otros.