2
Era la hora de cenar, y el diablo ya había incitado a Judas, hijo de Simón Iscariote, para que traicionara
a Jesús.
3
Jesús sabía que el Padre le había dado autoridad sobre todas las cosas y que había venido de Dios y regresaría a Dios.
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Así que se levantó de la mesa, se quitó el manto, se ató una toalla a la cintura
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y echó agua en un recipiente. Luego comenzó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.
6
Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo:
—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?
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Jesús contestó:
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—¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies!
—respondió Jesús—,
9
—¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no solo los pies! —exclamó Simón Pedro.
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Jesús respondió:
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Pues Jesús sabía quién lo iba a traicionar. A eso se refería cuando dijo:
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Después de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, se sentó y preguntó: