38
Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra.
39
—Quiten la piedra —ordenó Jesús.Marta, la hermana del difunto, objetó:—Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí.
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—¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? —le contestó Jesús.
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Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo:—Padre, te doy gracias porque me has escuchado.
42
Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste.
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Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas:—¡Lázaro, sal fuera!
44
El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario.—Quítenle las vendas y dejen que se vaya —les dijo Jesús.