34
—les preguntó.
Ellos le dijeron:
—Señor, ven a verlo.
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Entonces Jesús lloró.
36
Las personas que estaban cerca dijeron: «¡Miren cuánto lo amaba!».
37
Pero otros decían: «Este hombre sanó a un ciego. ¿Acaso no podía impedir que Lázaro muriera?».
38
Jesús todavía estaba enojado cuando llegó a la tumba, una cueva con una piedra que tapaba la entrada.
39
les dijo Jesús.
Entonces Marta, la hermana del muerto, protestó:
—Señor, hace cuatro días que murió. Debe haber un olor espantoso.
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Jesús respondió:
41
Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo:
42
Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste».
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Entonces Jesús gritó:
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Y el muerto salió de la tumba con las manos y los pies envueltos con vendas de entierro y la cabeza enrollada en un lienzo. Jesús les dijo: