33
Cuando Jesús la vio llorando y vio que los demás se lamentaban con ella, se enojó en su interior
y se conmovió profundamente.
34
—les preguntó.
Ellos le dijeron:
—Señor, ven a verlo.
35
Entonces Jesús lloró.
36
Las personas que estaban cerca dijeron: «¡Miren cuánto lo amaba!».
37
Pero otros decían: «Este hombre sanó a un ciego. ¿Acaso no podía impedir que Lázaro muriera?».
38
Jesús todavía estaba enojado cuando llegó a la tumba, una cueva con una piedra que tapaba la entrada.
39
les dijo Jesús.
Entonces Marta, la hermana del muerto, protestó:
—Señor, hace cuatro días que murió. Debe haber un olor espantoso.
40
Jesús respondió:
41
Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo:
42
Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste».
43
Entonces Jesús gritó: