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Esos reyes unieron sus tropas para pelear como un solo ejército contra Josué y los israelitas.
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Sin embargo, cuando los habitantes de Gabaón oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a la ciudad de Hai,
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recurrieron al engaño para salvarse la vida. Enviaron a unos representantes ante Josué y, sobre sus asnos, cargaron alforjas desgastadas y odres viejos y remendados.
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Se pusieron ropa harapienta y se calzaron sandalias gastadas y remendadas. Además, llevaban pan seco y mohoso.
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Cuando llegaron al campamento de Israel, en Gilgal, les dijeron a Josué y a los hombres de Israel:
—Venimos de una tierra lejana para pedirles que hagan un tratado de paz con nosotros.
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Entonces los israelitas les respondieron a esos heveos:
—¿Cómo podemos saber que ustedes no viven cerca? Pues si viven cerca, no podemos hacer ningún tratado de paz con ustedes.
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Ellos respondieron:
—Nosotros somos sus siervos.
—Pero ¿quiénes son ustedes? —preguntó Josué—. ¿De dónde vienen?
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Ellos contestaron:
—Nosotros sus siervos venimos de un país muy lejano. Hemos oído del poder del Señor
su Dios y de todo lo que hizo en Egipto.
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También hemos oído de lo que les hizo a los dos reyes amorreos que vivían al oriente del río Jordán: a Sehón, rey de Hesbón, y a Og, rey de Basán (quien vivía en Astarot).
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Entonces nuestros ancianos y todo nuestro pueblo nos dieron las siguientes instrucciones: “Lleven provisiones para un largo viaje. Vayan al encuentro del pueblo de Israel y díganle: ‘Somos sus siervos; les suplicamos que hagan un tratado con nosotros’”.
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»Este pan estaba caliente, recién salido del horno, cuando partimos de nuestros hogares. Pero ahora, como pueden ver, está seco y mohoso.
13
Estos odres estaban nuevos cuando los llenamos, pero ahora están viejos y rotos. Y nuestra ropa y las sandalias que traemos puestas están desgastadas de tan largo viaje.
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Entonces los israelitas revisaron el alimento de los gabaonitas pero no consultaron al Señor
.
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Así que Josué hizo un tratado de paz con ellos y les garantizó seguridad, y los líderes de la comunidad ratificaron el acuerdo mediante un juramento que los obligaba a cumplirlo.
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Tres días después de hacer el tratado, ¡los israelitas se enteraron de que esa gente en realidad vivía cerca!
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Enseguida salieron a investigar y, en tres días, llegaron a sus ciudades, las cuales se llamaban Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat-jearim.
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Sin embargo, como los líderes israelitas habían hecho un voto en el nombre del Señor
, Dios de Israel, no atacaron a ninguna de las ciudades gabaonitas.
Entonces el pueblo de Israel se quejó contra sus líderes por causa del tratado.
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Pero los líderes respondieron: «Dado que hicimos un juramento en presencia del Señor
, Dios de Israel, no podemos tocarlos.
20
Lo que tenemos que hacer es dejarlos con vida, porque el enojo divino caería sobre nosotros si no cumpliéramos nuestro juramento.
21
Déjenlos vivir». Así que los hicieron cortar leña y llevar agua para toda la comunidad, tal como lo indicaron los líderes israelitas.
22
Entonces Josué reunió a los gabaonitas y les dijo:
—¿Por qué nos mintieron? ¿Por qué dijeron que vivían en una tierra lejana, si en realidad viven aquí mismo, entre nosotros?