8
Después de ser circuncidados, todos los varones descansaron en el campamento hasta que sanaron.
9
Luego el Señor
le dijo a Josué: «Hoy he hecho que la vergüenza de su esclavitud en Egipto salga rodando como una piedra». Por eso, ese lugar se llama Gilgal
hasta el día de hoy.
10
Mientras los israelitas acampaban en Gilgal, sobre la llanura de Jericó, celebraron la Pascua al atardecer del día catorce del primer mes.
11
Justo al día siguiente, empezaron a comer pan sin levadura y grano tostado, cosechado de la tierra.
12
El maná dejó de caer el día que empezaron a comer de las cosechas de la tierra y nunca más se vio. Así que, desde ese momento, los israelitas comieron de las cosechas de Canaán.
13
El comandante del Señor
frente a Josué
Cuando Josué estaba cerca de la ciudad de Jericó, miró hacia arriba y vio a un hombre parado frente a él con una espada en la mano. Josué se le acercó y le preguntó:
—¿Eres amigo o enemigo?
14
—Ninguno de los dos —contestó—. Soy el comandante del ejército del Señor
.
Entonces Josué cayó rostro en tierra ante él con reverencia.
—Estoy a tus órdenes —dijo Josué—. ¿Qué quieres que haga tu siervo?
15
El comandante del ejército del Señor
contestó:
—Quítate las sandalias, porque el lugar donde estás parado es santo.
Y Josué hizo lo que se le indicó.