7
Y ustedes podrán decirles: “Nos recuerdan que el río Jordán dejó de fluir cuando el arca del pacto del Señor
cruzó por allí”. Esas piedras quedarán como un recordatorio en el pueblo de Israel para siempre».
8
Así que los hombres hicieron lo que Josué les había ordenado. Tomaron doce piedras del medio del río Jordán, una por cada tribu, tal como el Señor
le había dicho a Josué. Las llevaron al lugar donde acamparon esa noche y construyeron allí el monumento.
9
Josué también apiló otras doce piedras a la mitad del Jordán, en el lugar donde estaban parados los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Y las piedras siguen allí hasta el día de hoy.
10
Los sacerdotes que llevaban el arca estuvieron en medio del río hasta que se llevaron a cabo todos los mandatos del Señor
que Moisés le había dado a Josué. Mientras tanto, el pueblo se apresuró a cruzar el lecho del río.
11
Y cuando todos estaban a salvo en la otra orilla, los sacerdotes terminaron de cruzar con el arca del Señor
mientras el pueblo observaba.
12
Los guerreros armados de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la media tribu de Manasés iban delante de los israelitas al cruzar el Jordán, tal como Moisés había indicado.
13
Esos hombres armados —unos cuarenta mil en total— estaban listos para la guerra, y el Señor
iba con ellos mientras cruzaban hacia la llanura de Jericó.
14
Ese día, el Señor
convirtió a Josué en un gran líder a los ojos de todos los israelitas, quienes, por el resto de su vida, lo respetaron tanto como habían respetado a Moisés.
15
El Señor
le había dicho a Josué:
16
«Ordénales a los sacerdotes que llevan el arca del pacto
que salgan del lecho del río».
17
Así que Josué dio la orden.