20
Aunque soy inocente, mi boca me declararía culpable,
aunque soy intachable, la misma boca
demostraría que soy malvado.
21
»Soy inocente,
pero para mí no marca ninguna diferencia;
desprecio mi vida.
22
Inocente o perverso, para Dios es lo mismo,
por eso digo: “Él destruye tanto al intachable como al perverso”.
23
Cuando azota la plaga,
él se ríe de la muerte del inocente.
24
Toda la tierra está en manos de los malvados,
y Dios ciega los ojos de los jueces.
Si no es él quien lo hace, ¿entonces quién?
25
»Mi vida pasa más rápido que un corredor
y se va volando sin una pizca de felicidad;
26
desaparece como un barco veloz hecho de papiro,
como un águila que se lanza en picada sobre su presa.
27
Si decidiera olvidar mis quejas,
abandonar mi cara triste y alegrarme,
28
aun así le tendría pavor a todo el dolor
porque, oh Dios, sé que no me encontrarías inocente.
29
Pase lo que pase, seré declarado culpable;
entonces, ¿para qué seguir luchando?
30
Incluso aunque me lavara con jabón
y limpiara mis manos con lejía,