1
Segundo discurso de Job: respuesta a Elifaz
Entonces Job habló de nuevo:
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«Si se pudiera pesar mi sufrimiento
y poner mis problemas en la balanza,
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pesarían más que toda la arena del mar.
Por eso hablé impulsivamente.
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Pues el Todopoderoso me ha derribado con sus flechas;
y el veneno de ellas infecta mi espíritu.
Los terrores de Dios están alineados contra mí.
5
¿Acaso no tengo derecho a quejarme?
¿No rebuznan los burros salvajes cuando no encuentran hierba
y mugen los bueyes cuando no tienen qué comer?
6
¿No se queja la gente cuando a la comida le falta sal?
¿Hay alguien que desee comer la insípida clara del huevo?
7
Cuando la miro, mi apetito desaparece;
¡solo pensar en comerla me da asco!
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»¡Ah, que se otorgara mi petición!
¡Que Dios me concediera mi deseo!
9
Quisiera que él me aplastara,
quisiera que extendiera su mano y me matara.
10
Al menos puedo consolarme con esto:
a pesar del dolor,
no he negado las palabras del Santísimo;
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pero no tengo fuerzas para seguir,
no tengo nada por lo cual vivir.