1
Continúa la respuesta de Elifaz
»Por más que grites por ayuda, ¿quién te responderá?
¿Cuál de los ángeles
te ayudará?
2
Te aseguro que el resentimiento destruye al necio,
y los celos matan al ingenuo.
3
He visto a los necios triunfar momentáneamente en la vida,
pero después llega la calamidad repentina.
4
Sus hijos quedan abandonados y lejos de toda ayuda;
los oprimen en el tribunal y no hay quien los defienda.
5
Su cosecha la devoran los hambrientos,
aun cuando esté rodeada de zarzas;
los sedientos suspiran por su riqueza.
6
El mal no germina del suelo
ni la aflicción brota de la tierra,
7
pero la gente nace para tener problemas
tan cierto como que las chispas vuelan del fuego.
8
»Si yo estuviera en tu lugar, me acercaría a Dios
y le presentaría mi caso.
9
Él hace grandezas, demasiado maravillosas para comprenderlas,
y realiza milagros incontables.
10
Él envía lluvia a la tierra
y agua a los campos.
11
Él hace prosperar a los pobres
y protege a los que sufren.
12
Él frustra los planes de los que traman
para que el trabajo de sus manos no prospere.
13
Él atrapa a los sabios en su propia astucia
y desbarata sus ingeniosas maquinaciones.
14
Encuentran oscuridad en pleno día
y andan a tientas al mediodía, como si fuera de noche.
15
Él rescata a los pobres de las palabras hirientes de los fuertes
y los rescata de las garras de los poderosos;
16
por fin los pobres tienen esperanza
y las fauces de los malvados son cerradas.
17
»¡Pero considera la alegría de aquellos a quienes Dios corrige!
Cuando peques, no menosprecies la disciplina del Todopoderoso.
18
Pues aunque él hiere, también venda las heridas;
él golpea, pero sus manos también sanan.