7
Detesta el ruido de la ciudad
y no tiene arriero que le grite.
8
Las montañas son su pastizal
donde busca cada brizna de hierba.
9
»¿Acaso aceptará el buey salvaje ser domado?
¿Pasará la noche en tu establo?
10
¿Puedes enganchar un buey salvaje a un arado?
¿Acaso arará un campo para ti?
11
Teniendo en cuenta su fuerza, ¿podrás confiar en él?
¿Puedes irte y confiar en que el buey haga tu trabajo?
12
¿Podrás contar con él para que traiga el grano a tu casa
y lo ponga en tu campo de trillar?
13
»El avestruz agita sus alas con ostentación
pero estas no pueden competir con el plumaje de la cigüeña.
14
El avestruz pone sus huevos en la tierra,
y deja que se calienten en el polvo.
15
No le preocupa que alguien los aplaste
o que un animal salvaje los destruya.
16
Trata con dureza a sus polluelos,
como si no fueran suyos.
No le importa si mueren,
17
porque Dios no le dio sabiduría
ni le dio entendimiento.
18
Pero siempre que se levanta para correr
le gana al jinete con el caballo más veloz.
19
»¿Diste la fuerza al caballo
o adornaste su cuello con largas crines?
20
¿Le diste la capacidad de saltar como una langosta?
¡Su majestuoso resoplido es aterrador!
21
Patea la tierra y se alegra de su fuerza
cuando se lanza a la batalla.
22
Se ríe del miedo y no tiene temor.
No huye de la espada.
23
Se oye el sonido de las flechas golpeándolo
y brillan las lanzas y las jabalinas.
24
Patea el suelo con furia
y se lanza a la batalla cuando suena el cuerno de carnero.
25
Resopla al sonido del cuerno.
Percibe la batalla a lo lejos.
Se estremece bajo las órdenes del capitán y el ruido de la batalla.
26
»¿Es tu sabiduría la que hace que el halcón alce vuelo
y extienda sus alas hacia el sur?
27
¿Es por tu mandato que el águila se eleva
y hace su nido en las cumbres?
28
Vive en los acantilados,
y tiene su hogar en las rocas lejanas y escarpadas.
29
Desde allí acecha a su presa
vigilándola con ojos penetrantes.
30
Sus crías engullen sangre.
Donde hay un cadáver, allí los encontrarás».