16
Susurra a sus oídos
y las aterroriza con advertencias.
17
Él hace que se aparten de sus malas acciones;
no las deja caer en el orgullo.
18
Él las protege de la tumba,
de cruzar el río de la muerte.
19
»Otras veces Dios emplea el dolor para disciplinar a la gente en su lecho de enfermo,
con dolores incesantes en sus huesos.
20
Ellos pierden el apetito;
no desean ni la comida más deliciosa.
21
Su carne se consume
y son puro hueso.
22
Están a las puertas de la muerte;
los ángeles de la muerte los esperan.
23
»Pero si aparece un ángel del cielo
—un mensajero especial para interceder por una persona
y para declarar que es recta—
24
él le tendrá compasión y dirá:
“Sálvalo de la tumba,
porque he encontrado un rescate por su vida”.
25
Entonces su cuerpo se volverá tan sano como el de un niño,
fuerte y juvenil otra vez.
26
Cuando él ore a Dios,
será aceptado
y Dios lo recibirá con alegría
y lo restaurará a una relación correcta.